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¿Perdonar más de una vez?

 
De las cosas en la vida que me resultan más odiosas es el perdonar.
Sí, perdonar. No por la decisión que se debe tomar sino porque, siendo el afectado, uno tiene que dar su brazo a torcer. ¡Por Favor! Eso no tiene ningún sentido, y menos sentido tiene que Dios no haya mandado a perdonar algunas veces sino cientos y cientos de veces. Eso es casi absurdo.

O quizás no.

C.S Lewis (autor de "Las Cronicas de Narnia" y por cierto un gran cristiano, por si no sabías ese dato) expresó a propósito de lo que Jesús dijera acerca de perdonar setenta veces siete según el relato de Mateo 18:21-22 

"Necesitamos perdonar a nuestro hermano setenta veces siete, pero no por cuatrocientas noventa ofensas, sino por una sola" 

¿Por una sola? Sí, por una sola. ¿Por qué rayos hay que emplear tanto esfuerzo psicológico-emocional-espiritual por una sola ofensa? Bueno, leyendo a Lewis encontré que él también tenía la respuesta:

"Una semana después de perdonar alguna ocasión de ideas nos lleva de vuelta a la ofensa original y descubrimos el viejo resentimiento disparandonos a discreción como si nunca nos hubieramos ocupado de él"

Tuvo razón al decirlo. Aunque hayamos perdonado y hayamos empleado todo nuestro esfuerzo para hacerlo, lo más probable es que debamos decidir hacerlo unas cuatrocientas ochenta y nueve veces más, no solo por mandato de Jesús sino porque nos es verdaderamente necesario. Y es que solemos olvidar casi cualquier cosa menos una herida. Somos tan lamentablemente buenos recordandolas que hasta podemos recitar las palabras exactas con las que fuimos afectados.

Perdonamos pero el resentimiento golpea una y otra vez nuestros corazones y, en el mejor de los casos, nos obligamos a convencernos que ya hemos perdonado, pero resulta que ni tan siquiera lo hemos superado. Y así estamos, heridos andantes en el día a día.

Alguna vez escuché que "perdonar es olvidar" pero es falso. Jamás logramos olvidar ni aunque hayamos perdonado. Mi sabio esposo dice que "sólo Dios tiene amnecia selectiva" es decir, olvida lo que le place, y precisamente lo que a Él le place olvidar son nuestras faltas (algo que me parece fabuloso). Nosotros no tenemos esa cualidad, no al menos al gran nivel de Dios, así que se me ocurre pensar entonces que: perdonar es poder recordar la falta sin dolor.
Perdona cuando el pensamiento doloroso regrese a tu mente, perdona cuando el resentimiento te amenace de nuevo. Decide perdonar las veces que sea necesario, después de todo es precisamente eso ¿no? Necesario.

Orianna García.


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