Después de que Jesús nació en Belén de
Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente.
—¿Dónde está el que ha nacido rey de
los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a
adorarlo. Mateo 2:1-2
¿No les hace
ruido igual que a mi? Les confieso que siempre que leía estos
versículos perdía el hilo completamente para preguntarme:
- ¿Por qué rayos fueron unos sabios,
y no los judíos, los que vinieron a traer regalos y a adorar a Jesús?
Decidí
investigar sobre aquel asunto, y leyendo algunos apuntes teológicos ¡shhaaass!,
Dios me permitió comprender algo espectacular.
Dice la Biblia que los magos venían
del oriente, es decir de muy lejos; y fueron éstos los únicos que
reconocieron y adoraron al Rey.
Ahora bien,
sabemos que Dios ya había hablado a Su pueblo a través de los profetas sobre la
venida del Mesías, sin embargo vemos que, aunque los judíos conocían esta
promesa de pie a cabeza, no pudieron identificar al Cristo cuando éste vino al
mundo.
Why?
Simple:
Porque
tenían su propia idea de cómo sería el Cristo. Ellos estaban seguros que,
al nacer el Mesías, lo reconocerían de inmediato y no tenían duda de eso. Como
ya he dicho en otra ocasión, los judíos esperaban a un guerrero; alguien tipo al
Aquiles que interpreta Brad Pitt en la película Troya. Alguien que los librara
del yugo romano.
Pero
hubo un pequeño detalle. Nada pasó como ellos lo esperaban.
A
sólo 8km de Jerusalén había nacido el Salvador, ¡sólo 8km! Y nadie se enteró.
No hubo bombos ni platillos, es más ni siquiera había lugar para poner al
bebé; fue por ello que estuvo en un pesebre (recipiente donde come el ganado
domestico).
“Los que por
conocimiento debían estar mas apercibidos lo están menos. Los que por situación
estaban mas cerca del lugar del nacimiento, estaban mucho mas lejos…” Samuel
P. Millos
¿Sabes
algo aun peor? Muchos de nosotros repetimos esta historia una y otra vez.
Tenemos
nuestra propia idea de cómo Dios ha de bendecirnos, estamos seguros que al
cumplirse Su promesa la reconoceremos de inmediato, porque la conocemos de pie
a cabeza.
Solo hay un
pequeño detalle. Quizá nunca ocurra como esperas.
Tal vez tu
milagro esté también a corta
distancia y ni siquiera te has enterado, y aunque en teoría debieras estar más cerca de
tu bendición, tu corazón está muy muy lejos.
Nuestras
propias ideas y planes muchas veces empañan nuestra visión y nos impiden ver lo
que Dios ha diseñado. Nos deslumbramos a nosotros mismos esperando al Aquiles
de Troya, y resulta que Dios tiene algo infinitamente mejor: no al superdotado
guerrero, sino a El mismo.
Has una
pausa en el ajetreo y compromisos de tu vida y presta atención. El bebé está llorando y
está muy cerca;
no lo reconoces porque no esperabas que fuera el hijo del carpintero, pero
JAMAS subestimes al bebé que nació entre los animales,
“Porque nos ha nacido un
niño… la soberanía reposará sobre sus
hombros…” Isa 9:6-7
No importa
si no lo parece, es tu promesa hecha realidad; cree y jamás te sientas
decepcionado, porque a Dios le fascina hacer de lo que parece ordinario, algo
extraordinario.
Orianna
García